Gallinas de madera, entre otras cosas


¿Por dónde se podría empezar? Posiblemente este no sea el problema que Mario Bellatin tiene cuando se pone a escribir. No estoy seguro de qué quiero decir con esto, pero créanme que no es fácil estar seguro de nada después de leer con cierta profundidad algunos de los libros de este lúcido señor mexicano que para más de uno podría resultar un raro escritor de textos raros e infumables. Sobre todo para aquellos que no entiendan el juego, claro está. No pretendo explicar aquí las reglas del mismo ya que otros críticos lo han hecho antes, y tampoco pretendo presumir de ser un lector aventajado que entiende más cosas de lo que un lector normal y corriente podría, porque las interpretaciones normalmente pueden ser numerosas, y en ocasiones excepcionales como esta, casi infinitas.
Portada de la edición de Sexto Piso
Gallinas de madera es un libro (no sé si me atrevo a llamarlo «novela», no sea que algún crítico terriblemente confinado al estudio de las fronteras entre géneros sonría displicente ante semejante ocasión) que trata de muchas cosas, entre ellas: moscas verdes, gaviotas moribundas, perros, aves de rapiña, drogas, reflexiones sobre el acto de escribir, enfermedades y deformaciones, sopas, palomas, Berlín, México, Francia, el concepto de esclavo, la nueva relación entre los humanos y los animales, Paul Valéry y otros escritores que no se mencionan, etc.

El juego, para mí, consiste en una invitación al lector a pasearse por dentro de una mente humana al máximo rendimiento. A todos nos ha pasado y nos pasa alguna vez que la velocidad de nuestros pensamientos es mayor que la velocidad a la que se le podrían asignar palabras, o mejor dicho, mayor que la velocidad a la que se podrían clasificar y organizar esos mismos pensamientos por temas, finalidad u otros criterios. Por ejemplo, ahora mismo yo en este momento preciso puedo tener unas cuantas «líneas» (llamémoslo así) de pensamiento en la cabeza que, además, son inevitables: el libro Gallinas de madera y Mario Bellatin, lo incómodo de escribir en un teclado de ordenador con un esguince en la muñeca derecha, la paloma que está posada en el edificio de enfrente y que casi entra en la habitación por la ventana hace apenas unos minutos, las ventosidades del perro que tengo recostado a los pies...1 Y todo esto sucediendo a la vez en nuestra mente es lo que nos proporciona a veces dificultades para concentrarnos, porque concentrarse es precisamente eso: ignorarlo todo menos una de las «líneas», para así poder llegar más lejos por ese camino.
Pero, ¿y si resulta que se puede llegar más lejos recorriendo varios caminos a la vez? Bueno, esa diría yo que es la especialidad de Bellatin, al menos en el libro del que estamos hablando. El mérito está en saber paralizar el momento y reducir la velocidad de la mente, o aumentar la velocidad de asignación de palabras para poder transformarlo todo en un relato. Así, en la primera parte del libro, titulada «En las playas de Montauk las moscas suelen crecer más de la cuenta», el narrador detiene el instante en el que la realidad de la Alexanderplatz de Berlín le ofrece (entre otras cosas) la visión de una mujer llevando en brazos a un perrete que bosteza con una boca que se hace enorme; y mientras dura el bostezo el relato se alarga cerca de cien páginas.2
El autor en buena compañía
¿Monólogo interior, flujo de conciencia? ¡Qué gran novedad!, dirían algunos. Pero es que no se trata simplemente de eso, porque el juego de Bellatin va una vuelta de tuerca más allá (o tres o cuatro). Si tuviera que definir en una sola característica el estilo de este libro, me negaría porque es imposible. Pero si de verdad fuera cuestión de vida o muerte, entonces diría «amalgama irracional», aunque esto tampoco sea del todo fiel a la verdad. Se me ocurre la palabra «amalgama» por razones obvias, y el calificativo «irracional» precisamente por su opuesto. Porque si racionalizar en un sentido estructuralista es analizar, clasificar y organizar; en Gallinas de madera se nos presenta el mundo de un modo más cercano a la realidad continua e inclasificable que vivimos.
Y, por cierto, casi se me olvida mencionar que el relato consta de dos textos, cada uno de ellos articulado, entre otras cosas, en torno a dos escritores famosos del siglo XX, que son Bohumil Hrabal y Alain Robbe-Grillet, pero esto ya pueden leerlo ustedes en la parte de atrás del libro.




1Curiosamente, los temas a los que aluden todos estos pensamientos causados por estímulos de la realidad, estaban ya incluidos en el primero, es decir, el libro en cuestión.

2Aquí es donde debo mencionar que el personaje-narrador de la historia ha tomado LSD.


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