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CRW Nevinson, Dog Tired, 1916 |
¿Por qué
David Bomberg empezó a pintar paisajes después
de la Gran Guerra? ¿Dónde está el perro en Dog
Tired de
Nevinson? Acababa de entrar en la
sala de Arte Moderno de la galería del Bristol Museum, después de
pasar por la de Arte Victoriano, y las preguntas se agolpaban como un
castillo de fuegos artificiales en mi cabeza. Aún no sé si es el
clima, la luz o el simple hecho de saber que se trata de un lugar de
contemplación; pero lo cierto es que respiré el aura artístico del
que tantas veces hemos oído hablar y, probablemente a consecuencia
de aguantarlo más tiempo de lo debido en mis pulmones, al final
llegué a la intrépida conclusión de que tendría que escribir
sobre ello, intentar dar a entender o transmitir esa elevación del
espíritu1
que estaba sintiendo.
No
es fácil para alguien que viene del siglo XIX asimilar las obras del
veinte, lo sé, quizás por eso me empeñé en buscar la forma del
perro en el cuadro de Nevinson. Quizás por eso me sorprendió algo
que Christopher Wood muriera joven y maldito, a los veintinueve años
de edad, adicto al opio y algo paranoico, al arrojarse a la vía del
tren. Con tales elucubraciones y no habiendo pasado demasiado tiempo
desde que leí la La historia abreviada
de la literatura portátil
me daban ganas de hacer una selección de artistas malditos y
británicos, para más inri, que además estuvieran expuestos en la
sala por la que empezaba a pasearme. Pero ponto deseché la idea.
Figure Among Buildings
de John Armstrong, me propinó un gratificante bofetón surrealista
que me devolvió a la consideración puramente estética y no
biográfica del arte. No sé si me gustó más el cuadro o el título,
la verdad.
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Karl Weschke, Leda and the Swan |
Poco
después, al pasar un muro vuelvo la vista a la derecha y me
encuentro con una gigantesca y verdaderamente eréctil versión del
mito de Leda y el cisne, ese en el que según parece, Zeus se hizo
pasar por un cisne para seducir a la muchacha, como otras tantas
veces hiciera pasarse por diversas especies animales con el mismo
propósito este dios de exuberante sexualidad. Por lo que he podido
indagar, habitualmente el cisne es quien lleva la voz cantante en las
diferentes representaciones, abalanzado sobre Leda, incauta y pasiva,
que se deja hacer. Así lo podemos ver, por ejemplo, en la versión que hizo el mismísimo Miguel Ángel, de la que sólo se conserva una copia. En cambio, en esta versión el cisne parece un
pobre animalito inocente y enjaulado a punto de ser engullido. El autor es Karl
Weschke, que vino a Inglaterra como un prisionero de la Segunda
Guerra y se quedó para siempre.
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William Scott, Still Life with Fish, Mushrooms, Knife and Lemons, 1949 |
Según
parece (al menos así rezaba la leyenda al lado del cuadro), William
Scott pintaba de memoria para poder abstraer con más facilidad el
color y las formas. Y con esto me imagino yo al pintor contemplando
el modelo a inmortalizar por unos instantes y después encerrándose
en su estudio para recrearlo fielmente a la infidelidad de la
memoria. Y me imagino a mí haciéndolo, en el caso de que supiera
cómo se agarra un pincel, y lo entiendo a la perfección y no dejo
de mirar Still Life with Fish,
Mushrooms, Knife and Lemons,
y me
parece una puta obra de arte, una indagación sobre la mente humana y
la percepción, sobre la memoria tal vez, sobre la realidad misma. Y
cuando logro despegarme de esta pintura y sobrepaso otro muro igual
que el anterior, me encuentro a mano derecha con Black,
Grey & Blue,
del mismo artista, pero once años posterior, cuando ya está metido
de pleno en el abstracto puro y duro, y pienso que esta vez dejó
transcurrir demasiado tiempo entre la contemplación del modelo y la
ejecución del cuadro2.
De primeras no entiendo absolutamente nada, y de segundas tampoco,
pero he de reconocer que cuando llevas un rato contemplándolo hay
algo que puede hacerte llegar a pensar en un referente real cuya
búsqueda, como todos sabemos, a fin de cuentas resulta tan inútil
como la búsqueda de la forma del perro en Dog
Tired.
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William Scott, Black, Grey and Blue, 1960 |
Y
al lado de éste estaba una obra de Christopher Shurrock intitulada
Construction Serial No.
22/A/3/66,
que consistía en una especie de vitrina rayada de rojo, si no
recuerdo mal, con un espejo en el fondo que a su vez estaba repleto
de rayas azules o verdes, completamente paralelas o no del todo con
respecto a las rayas rojas del cristal delantero,
cuyo efecto al mirarla era como el de una de esas imágenes
psicodélicas típicas en las que alguna ilusión óptica te
proporciona sensaciones como el cambio de color, la profundidad o el
movimiento. Desgraciadamente no he podido encontrar ninguna imagen de
esta obra en internet, puede que no tomara buena nota del título...
En fin, siempre podéis poner "efectos ópticos" en google
y seguro que encontráis algo similar.
Por último, me gustaría hablaros aún brevemente de otras dos obras
que llamaron mi atención, aunque no tan poderosamente como algunas
de las anteriores, porque ya estaba camino de la salida, y el
cansancio iba pesando lo suficiente como para que el espíritu no se
levantara demasiado del suelo, como lo está haciendo ahora, es lo
que tiene un atracón contemplativo, ahora que el aura ya no está, y
solamente quedan obras de arte de las que hablar sin decir demasiado.
1Hoy
me siento decimonónico, a pesar de que la cosa va del siglo XX.
Quizás por esto a veces siento que me faltan las palabras, o que me
sobran.
2Chiste
fácil que no podía dejar de hacer.