La puerta


A Daniel Fuentes,
por el tamaño de su esperanza


Algunas veces se oye una canción
dentro, muy dentro de ti,
al otro lado de una puerta lejana
cerrada a cal y canto:
puede que sea una canción alegre o nostálgica,
no lo sabes porque no puedes entender la letra.
Quizás dentro hay gente bailando y riendo,
tomando copas, haciendo amigos.
Pero tú no lo sabes
porque estás deseando ser
en otro lugar anterior,
seguramente en otra época del año,
y lo achacas a la luz de la tarde
que hoy se desplegaba ante tus ojos.
«Momento de contemplación,
de comprensión»,
te atreves a llamarlo
sin dudarlo ni un segundo.
Y lo achacas a la luz de la tarde,
como si ese murmullo no naciera de ti mismo,
estúpido orgulloso.
No puedes desear más que lo que no puedes tener,
es así de simple la semántica
y esto sí lo sabes
pero prefieres achacarlo a la luz de la tarde.
Estúpido ignorante,
espabila de una vez.
La puerta está siempre abierta.