Y digo a ciegas porque hace ya algún tiempo que terminé de leerlo, y porque no tengo ahora el libro en mi poder, sino sólo unas mínimas notas que tomé al acabar la lectura. Bueno, y también por la traducción del título de la película Blindness, que así en el idioma anglosajón suena cojonudo y literalmente en román paladín debería ser Ceguera, pero supongo yo que por cuestiones comerciales y publicitarias que no espero ni deseo entender, acabó llamándose A ciegas.
Podría hacerse un trabajo extenso y bien documentado sobre la novela del premio Nobel José Saramago, examinando con lupa la constitución de los personajes, la manera en que se hila el argumento, el estilo... Pero ni yo tengo ganas de hacerlo ni vosotros de leerlo, así que os diré mis impresiones como lector subnormal, quejicoso y quisquilloso.
La novela empieza con la escena de hombre que está esperando a que el semáforo se ponga en verde para arrancar con su vehículo, pero cuando sucede, se queda ciego de repente y lo ve todo blanco. Admito que me enganchó y me impresionó, aunque supongo yo que ya sabía de qué iba el libro, pero en fin, el estilo de este hombre está destinado a enganchar al lector y a hacerle la vida fácil, aunque sea a costa de repetir información hasta la saciedad, hasta parecer irrelevante y pesado. Pero bueno, no adelantemos acontecimientos. La historia podría calificarse de original, si no fuese porque tal palabra también apesta: ¿Qué pasaría si de repente hubiera una epidemia de ceguera? Como un ensayo sobre esta situación se nos presenta el libro, si es que hacemos caso del título.
Un buen amigo mío al que le conté que estaba leyéndolo me dijo: “Se podría haber contado lo mismo con cien páginas menos”. Nos reímos, pero es cierto. Y con doscientas menos también, pero claro, si seguimos así al final nos quedamos sin libro. Dicen los teóricos que el argumento de una historia es aquel que se puede resumir en una frase, y que la trama es la manera en que está dispuesto el argumento en la propia obra, y por tanto irreductible. ¿O era al revés? Bueno, según la escuela de estudiosos y el manual obligatorio para la asignatura será de un modo u otro. El caso es que sí se puede contar el Ensayo sobre la ceguera en una sola línea: La gente se queda ciega. Pero esto nos dice poco. Bueno, ¿y qué pasa cuando la gente se queda ciega? Pues lo mismo que cuando es vidente, que la raza humana empieza a hacer demostraciones portentosas de lo inmoral y lo insolidario por un lado, y por el otro hay destellos de fraternidad y buen gusto.
La película resulta bastante fiel a la novela salvando las enormes distancias que hay siempre entre el lenguaje literario y el cinematográfico, porque al fin y al cabo, el literario no está ligado necesariamente a un sentido, sino más bien al intelecto1, mientras que el lenguaje cinematográfico requiere de la atención de dos sentidos: el oído y la vista. Después de haber leído la novela uno se pone a ver la película y le cuesta creer que pueda verse, hay una especie de paradoja insalvable entre la forma y el contenido, pero el director Fernando Meirelles nos ambienta a base de claroscuros2, y sobre todo gran luminosidad. Luz blanca por doquier, tonos muy grises, todo muy oscuro en otras ocasiones, eché en falta que las escenas de sexo fueran algo más explícitas, aunque no estoy seguro de que en la novela lo fueran3.
En fin, que merece la pena leer la novela, aunque a veces nos desespere el narrador con sus frases y coletillas explicativas redundantes y odiosas. Es de fácil lectura y, lo más importante, crea un universo propio que uno luego reconoce en la película aunque no sea exactamente como lo imaginamos al leerla (esto no es nada nuevo). La película también merece la pena verla, aunque para hablar con un mejor criterio debería haberla visto sin leer el libro, y entonces se me habría jodido la lectura y la imaginación y todo y habría caracterizado a esos personajes sin nombre con la cara de los actores...
1Cuando escribo palabras como ésta me dan ganas de vestirme como un pensador del siglo XVII.
2No sé qué tengo hoy con el barroco, la verdad.
3La imaginación, ya se sabe... En este sentido vale más una palabra que mil imágenes.