Voy a cometer la desfachatez, en esta solícita ocasión, de importunaros con un corpulento ejercicio de literatura comparada, para hacer justicia al gremio. Y no hablaré sino desde la más profunda ironía todo el rato, cosa que por supuesto no intentaría hacer a propósito jamás, y así es como justifico la inclusión de la palabra versus en el título a pesar de que nunca me ha gustado no sé muy bien por qué.
Me propongo en el presente ejercicio realizar una exhaustiva comparación de elementos formantes de la novela Auto de fe de Elías Canetti y La conjura de los necios, de John Kennedy Toole. Para ello me centraré en la construcción de los personajes y en algunos aspectos fundamentales de la estructura, y comprobaremos cómo las similitudes (que algunas son, aunque no tantas ni mucho menos) no despejan duda alguna sobre el enigma de la literatura. Creo, sinceramente, que a mí me pareció encontrar similitudes porque terminé de leer Auto de fe1 y a continuación leí La conjura de los necios. Si justo al terminar La conjura de los necios me pongo a ver un capítulo de los simpson, seguramente encontraré paralelismos entre el comportamiento de Homer y el de Ignatius J. Reilly2, del que algunos que acababan de leerse El Quijote dijeron que se parecía al del ingenioso hidalgo.
A un lado Auto de fe, novela publicada en mil novecientos treinta y seis, cuando Elías Canetti contaba con la edad de treintaiún años. Y al otro lado La conjura de los necios, escrita a principios de los sesenta (según la contraportada de la edición de Anagrama) y publicada por la madre del autor en mil novecientos ochenta, once años después de que John Kennedy Toole se suicidara créyendose un escritor frustrado.
El personaje protagonista de la primera, el sinólogo Peter Kien, de alguna manera desprecia el contacto con el resto de sus semejantes, y considera que lo único verdaderamente importante en este mundo es su trabajo y sus investigaciones. Su ideal: los libros. Su cruzada: salvar los que la gente va a empeñar en el Theresianum. Repudia el sexo y las mujeres, y tiene un cuaderno (que reza "Estupideces" en la tapa) en el que apunta ejemplos de la estupidez humana. Es un enclenque.
El personaje protagonista de La conjura, Ignatius Reilly, de alguna manera desprecia el contacto con el resto de sus semejantes, y considera que lo único verdaderamente importante en este mundo es la decencia y el buen gusto. Su ideal: la paz. Su cruzada: intenta crear un partido por la paz, compuesto exclusivamente por homosexuales que suplantarán a los militares en el ejército, de tal modo que las batallas no serán sangrientas, sino orgiásticas. También repudia el sexo y las mujeres, y escribe con asiduidad en sus cuadernos "Gran Jefe". Es orondo.
También pueden señalarse algunos otros paralelismos que no nos llevan a ninguna parte, como por ejemplo, el hecho de que en ambas novelas haya una buena parte de la acción que se desarrolla en un prostíbulo: "El Cielo Ideal" en Auto de fe y el "Noche de Alegría" en La conjura de los necios. Podría decirse que esto hace que en las dos se destile un ambiente picaresco que al final impregna toda la trama, o incluso se podría decir que los autores habían leído novelas picarescas (y El Quijote, claro está).
Además, el desenlace en las dos novelas que he leído recientemente (muy seguidas una de la otra) también resulta similar. En la primera, cuando Peter Kien está encerrado y loco, es su hermano el psiquiatra quien viene a rescatarlo, pero sucede de tal manera que éste llega cuando parece que todo está perdido y no hay solución. Pero viene el salvador desde una ciudad lejana y se soluciona todo. El personaje principal parece recobrar la cordura que posiblemente nunca tuvo. En La conjura de los necios, tenemos al final a Ignatius recluido en su habitación, después de que su madre lo haya abandonado, y cuando la ambulancia ya está de camino para llevarlo al manicomio, aparece Myrna Minkoff, que tampoco había aparecido en toda la novela (nada más que por carta), y lo salva.
Todo ello nos indica que seguramente John Kennedy Toole había leído Auto de fe. O no.
1 Después de casi año y medio; nada comparado con los ocho años que se cumplen desde que empecé por segunda vez Guerra y paz.
2 No recuerdo con exactitud si era Ignatius J. Reilly o Ignatius B. Reilly. He intentado buscarlo a lo largo de la novela y, aunque no he encontrado ni una sola vez el nombre escrito con esa inicial, creo que se le nombra de las dos maneras, y sobre todo, creo que da igual.